La pasión por el hockey comenzó cuando tenía 4 años y crece cada día. Todo empezó por casualidad. En 1999, la publicidad de los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 estaba constantemente en la televisión. La música y el símbolo de los anillos olímpicos siempre han estado muy presentes en mi memoria. Como curiosidad, en la fachada frontal del pabellón AD Sanjoanense hay aros idénticos a los aros olímpicos. En un pasaje con mi padre y en la inocencia de mi infancia, le pregunté si era aquí donde se iban a realizar los Juegos Olímpicos. Luego mi padre me llevó a visitar el pabellón, donde se estaba llevando a cabo un entrenamiento escolar y el entrenador en ese momento, el Prof. José Carvalho, dijo que yo tenía estilo de jugadora y me invitó a probarlo. Mi historia con Hockey comenzó ese día. Desde que me puse los patines por primera vez, el Hockey, además de ser una pasión, se ha convertido en uno de los grandes amores de mi vida. Por todo lo que me hace sentir, por todas las amistades que me has dado y sigues dando, por todo lo que me enseña de por vida, por hacerme sonreír todos los días. Lo que más me emociona del juego es la Magia. Para ser jugador de hockey se necesitan muchas habilidades: saber patinar, coordinar la técnica del stick con el patinaje, pensar rápido. Me fascina la imprevisibilidad del juego. Nunca será solo un deporte. Realmente creo que fue el hockey el que me dio las mayores enseñanzas que se tradujeron en crecimiento como persona: espíritu de equipo, dedicación, la importancia de crear metas, trazar planes, entrenar, hacer opciones, nunca rendirse ante la adversidad de querer ser cada día mejor. Entrar en una pista para hacer lo que más amo, me hace feliz.
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